CORTESÍA DEL CORREO DE OAXACA/León García Soler
El que va adelante sabe porque dicta decretos y los de atrás ladran como los perros de rancho. ¿Qué dijo AMLO? ¿A quién le otorgará la concesión del Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México y cuándo? Un día después de 1º de julio o se va a esperar a encontrar la sede de la nueva Presidencia y protestar cumplir el compromiso de nueva Constitución en la que la República sea laica, pero el artículo primero vuelva a decir: “En el nombre de Dios”, como la de 1824? Al fin y al cabo ya sabemos que Juárez era creyente y el Nigromante se persignó antes de asustar a los de la Academia de Letrán con su endemoniada frase: ¡Dios no existe!
En Ciudad Juárez reivindicó el tabasqueño el norte que en el vuelco neoliberal se pintó de azul. Vamos a ganar, diría ante nutrida manifestación de sobrevivientes del desierto, las guerras apaches, la Revolución y las matanzas de mujeres del milenio de las post-verdades. De Sonora a Yucatán, decía el anuncio de los sombreros Tardan en los lejanos años del avilacamachismo, en vías de salir en pleno sol a aplaudir el arribo de civiles a la Presidencia de la República y haber escuchado al general Manuel Ávila Camacho decirle al periodista Regino Díaz Redondo: “Soy creyente”. Ahora hasta los ateos lo son gracias a Dios. Los que aspiran a la Presidencia de la todavía República laica, acuden ante los obispos del país a recibir la bendición y el aval de la Santa Iglesia Católica, Apostólica y Romana.
Sea lo que fuere, el norte se pintó de azul. Baja California, Chihuahua y Tamaulipas son ya la frontera grande y nada más en Sonora no lloran sus hijos. Nuevo León se desdibujó y quedó en manos de un caballerango del Bronco, quien se lanzó al vacío de la candidatura “independiente” y los discursos de plazuela en los palacetes de la oligarquía asustada y confusa por los sermones cristianos del otrora peje pero no lagarto. Coahuila tuvo y retuvo el escudo tricolor del PRI y el segundo hermano gobernante viajó a la hoy CDMX a sumarse al Comité Ejecutivo Nacional del partido, cuyo candidato salvador no militara en esas filas nunca antes. Los de Pan de ayer señalan a Coahuila como ejemplo de fraude electoral; los del priato que murió, revivió y ha vuelto a la agonía, ven a la tierra de Venustiano Carranza y vuelven a creer en algún plan de Guadalupe que desplace a la Morena de los altares de las encuestas.
Háganle como quieran.
Se tardaron los del gobierno, blanco del golpeteo de las redes, en quitarle las riendas a uno de a pie y entregarlas a uno que se ha montado y visto caerse a más de uno de sus paisanos. Sabe el nuevo dirigente de lo que queda del PRI que no se caen los que no se montan. Y de inmediato, se vistió de rojo José Antonio Meade y se agarró de la cabeza de la silla, para dejar el paso cansino, pasar al trote que dure y hasta galopar el poco tiempo que dure la campaña de la dispersión de las instituciones a las que mandó al diablo el que hoy predica paz y amor. Y de inmediato hubo tribuna electrónica en abundancia para Meade, quien ofreció ver al sur y llevarles el gas que tuvieron a la mano los laboriosos norteños de Monterrey para hacer su industria y fortalecerse para desbaratar el estado moderno producto de la Revolución.
Va muy adelante el que se animó a navegar el desierto y buscar el voto de los norteños que hicieron la Revolución, se hicieron obreros y transformaron los yermos de Nuevo León y Coahuila gracias al gas y el hierro, materia prima del progreso, propiedad original del estado soberano. Y el candidato sin partido ya se vistió de rojo y verde y blanco para acudir al encuentro de las televisoras y lograr tiempo y atención para sus proyectos y programas de gobierno.
Ya ni el larguísimo ducto que construyera Pemex cuando Díaz Serrano convenció a José López Portillo que en las costas del Golfo estaba el Dorado que buscaron los conquistadores desde el siglo XVI y explotaron los norteamericanos del capitalismo salvaje, hasta que Lázaro Cárdenas expropió el petróleo y lo nacionalizó. Y así fue. Aunque ya Pemex sea una compañía más en competencia con las del capitalismo financiero, desde el occidente europeo hasta las asociaciones del capital y los jeques de Arabia Saudita. No se privatizó Pemex, se pulverizó al diluirse las instituciones. Y ahora la impunidad se democratizó y los huachicoleros se apropian de lo que está a la mano del que escarbe al paso de los ductos que todavía trasladan menos combustibles que las pipas, fuente de la fortuna de quienes se negaron a ser políticos pobres y, por eso mismo, pobres políticos.
Males son del tiempo, dirán los académicos del dogmatismo neoconservador. En todo el mundo impera la desigualdad y hay disgusto, ira, rabia entre los del llano que culpan de todo mal a la política. Porque los que hacen como que hacen política, la hacen para hacer dinero al servicio de los de arriba, de los del 0.001 por ciento, dueños de más riqueza que la mitad de la población del mundo entero. Menos mal que todavía no surge un patán nativo que busque en México chivos expiatorios y pasemos de la violencia criminal a los linchamientos legalizados y la cacería de los otros, de los que no son de la tribu antigua o electrónica.
En todo caso, las elecciones están por darse y todavía falta tiempo y tono para que el sufragio efectivo sea en las casillas electorales y los de las encuestas pasen a explicar cómo y porqué no es lo mismo atrás que en ancas. Y ya hay en el Sur territorios de libre flujo económico y el compromiso de llevar el gas de Coatzacoalcos, Veracruz, a Salina Cruz Oaxaca. Alejandro Murat tendrá que hacer nuevas cuentas para rendir buenas cuentas al finalizar su mandato. Quiere y puede. Y si cualquiera que gane la carrera cumple a medias con el combate a la impunidad, se acabaron los retornos a Ítaca y los sollozos de aristócratas disfrazados de activistas de extrema izquierda.